Alcántara Hernández Espinosa, Pedro


PEDRO ALCÁNTARA HERNÁNDEZ ESPINOSA

Arcipreste en la catedral de Jaén
Nació en Hellín el 21 de diciembre de 1876. Estudió en el Seminario de San Fulgencio de Murcia. Ordenado presbítero en 1899. Don Pedro fue un hombre dotado de excelentes cualidades intelectuales y un sacerdote de gran proyección en el ámbito nacional, donde su humildad y su muerte le privaron tal vez del desempeño de importantes funciones en el seno de la jerarquía eclesiástica nacional. Desde el principio ocupó cargos de relevancia en la Curia y en el Seminario de su Diócesis de Cartagena; su trabajo fue excelente en los diferentes destinos pastorales que tuvo; después se doctoró en Sagrada Teología por la Universidad de Granada; destacó también como prolífico escritor, especialmente, en los periódicos locales e incluso nacionales, como ABC. Finalmente, destacó como insigne predicador. El Sr. Obispo de Madrid, Dr. Melo y Alcalde, conocedor de su valía le llamó para que fuese su secretario. Los breves años que estaría en Madrid los aprovechó para doctorarse en Derecho Canónigo por la Universidad Pontificia de Toledo.Pedro Alcántara

En 1920 obtuvo una canongía en la Catedral de Jaén. En esta ciudad realizó también una muy buena gestión, al ser nombrado Fiscal General del Obispado, Defensor del vínculo matrimonial, profesor del Seminario y Consiliario Diocesano de Acción Católica. En 1934 obtuvo la dignidad de Arcipreste en la catedral jienense. Se dice que en dos ocasiones estuvo propuesto para ser obispo, y que humildemente lo rechazó.

En 1936, y, como todos los veranos, acude a Hellín (Albacete) a descansar a su pueblo natal. El 21 de agosto de 1936, es detenido, y sin quitarse la sotana, es llevado a la Inspección de Vigilancia, donde pasa unas horas, y a continuación es conducido a las afueras de Tobarra (Albacete), exactamente en el kilómetro 2 de la carretera que de Tobarra (Albacete) conduce a Ontur, donde es apaleado bárbaramente hasta matarlo. Esta acción salvaje la cometieron los que en otro tiempo habían sido sus feligreses (Don José fue ecónomo de Tobarra de 1904 a 1907). Sus últimas palabras fueron: En los momentos solemnes de dar mi vida por la fe, queréis que me quite la sotana. ¡Qué niños sois! Pido a Dios que os perdone, como yo os perdono. Me matáis por ser sacerdote: pido a Dios que por cada gota de mi sangre, surja uno.