Requejo San Román, Jesús


JESÚS REQUEJO SAN ROMÁN

Abogado y Diputado de las Cortes españolas
Nació el 22 de febrero de 1880 en Castro de Sanabria (Zamora). De clase media, su padre era secretario del juzgado y su madre estaba dedicada al cuidado de sus cuatro hijos con unos recursos muy justos para vivir sobriamente. Jesús pasó sus primeros años en su pueblo natal donde aún guardan memoria de este gran hombre. Luego cursó Humanidades, Filosofía y varios años de Teología en los Seminarios de Puebla de Sanabria y Astorga, obteniendo las máximas calificaciones en todas las disciplinas. Llamado por Dios a tareas apostólicas por caminos seglares, abandonó los estudios eclesiásticos casi al final de los mismos. Cinco años después era Bachiller, abogado en la Universidad de Valladolid, y Doctor en la de Salamanca con la tesis “El repudio en Roma”, muy elogiada por el Tribunal. Anteriormente, siendo estudiante de Derecho Administrativo, sus profesores le encargaron un trabajo bajo el título de “Estudio sociológico-administrativo del Municipio de Puebla de Sanabria” que el claustro premió con su publicación.

El 5 de julio de 1906 se casó con Antonia San Román San Román en Puebla de Sanabria (Zamora). El 19 de abril de 1907 nacería su único hijo, Antonio Requejo San Román, que sería asesinado junto a su padre. Registrador de la Propiedad, tomó posesión del Registro de Madridejos el 27 de junio de 1924. Desde esta fecha -escribe Don Antonio de la Osa en un artículo- se consideró hijo de este pueblo, amándolo de corazón, interesándose por sus problemas e influyendo, con su recia personalidad, por la resolución de los mismos. Por sus influencias e instancias, favorecidas por las buenas disposiciones de las autoridades de entonces, se crea el Instituto de Segunda Enseñanza “Garcilaso de la Vega” (actualmente Colegio Público“Garcilaso de la Vega”, ubicado en la Plaza Don Jesús Requejo). Junto al Secretario del Ayuntamiento, Don José María Vasallos, un hombre muy culto, consiguieron grandes cosas para Madridejos.

El diario “El Castellano de Toledo” con fecha del 20 de octubre de 1928 hablaba así del Siervo de Dios: “… Acogido por estruendosa ovación, se levanta a hablar el señor registrador de la propiedad don Jesús Requejo. No es posible recoger el amplio y luminoso discurso pronunciado por el cultísimo y honorable orador. Sus facultades extraordinarias y su firme voluntad se han puesto por completo a devoción de esta obra y en cada palabra vibran la expresión de su férvido entusiasmo y la complacencia del éxito. El discurso fue la nota saliente, extraordinaria, valiosísimo…” Don Jesús, que se dedicaba a fomentar las vocaciones religiosas, animó a dos niños a que ingresaran en el Seminario Conciliar de Madrid. El primero era Antonio de la Osa cuya madre servía en casa de los Requejo. Un año antes de la ordenación dejó los estudios. El otro fue Don Luis Sánchez de Tembleque, hijo de Patrocinio Sánchez de Tembleque, sustituto del Registro, el cual cantó Misa en el año 1941. Aunque publicó varios artículos y monografías profesionales, como “Importancia y efectos de la inscripción”, “El Derecho de la propiedad y el problema de la tierra”…, su mayor preocupación fue la solución de los problemas sociales a la luz del Evangelio y de las encíclicas de los Papas. A tal fin, con pluma clara, natural y precisa, escribió “Los principios de ordenación al bien común”, “Panorama social”, “Reglamento de un Sindicato Comarcal”, “Por la independencia económica de la Iglesia” y “Principios de Orientación Social”, su obra más editada, en la que se exponen, con una documentadísima información, clarísimos conceptos sobre la Iglesia y el Estado, los derechos individuales, el matrimonio y la educación, y otros muchos temas sociales cuya verdad empaña siempre una torpe y sofisticada demagogia.

Es precisamente en este libro donde podemos leer lo que dice el entonces Obispo de Tarazona, Monseñor Isidro Gomá, de Don Jesús Requejo: “… me honra mucho su ruego, y no he de dejar de corresponder a quien con tanto celo y desinterés trabaja por el bien de la Religión y de la patria…” (4 de enero de 1993). Tras esta carta dirigida al autor aparecen dos palabras del insigne pedagogo Don Manuel Siurot: “Jesús Requejo ha escrito un libro sobre Orientaciones sociales… Requejo es un espíritu de combate, de lucha. Es un fervoroso enamorado de Jesucristo, que sabe iluminarse con bellísimas luces más bien que en los dulces remansos de la paz, en las estridencias vibrantes de la batalla…”. En sus libros “Tierra Santa y Roma”, diario de su peregrinación a los Santos Lugares, y “El Cardenal Segura”, documentada biografía de el que fuera Primado de España, deja explotar su religiosidad profunda y su amor y veneración a la jerarquía eclesiástica. Con “Tierra Santa y Roma” decidió donar los beneficios a la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol. Conservamos un recorte de un número extraordinario de El Castellano con la foto de un seminarista africano llamado Bernardo Dodensa, al que se le ayudó con la beca fundada por Don Jesús Requejo. En el prólogo de su obra “De la revolución española. Los Jesuitas” el futuro cardenal Ángel Herrera Oria dice del Siervo de Dios: “… Pertenece su autor al grupo de varones esforzados que luchan sin descanso por la defensa de la verdad y el triunfo de la justicia. La Acción Católica es una segunda profesión en el Señor Requejo, porque él no es de los que toman circunstancial o temporalmente parte en la enconada contienda religiosa de nuestro tiempo, sino un abnegado e inteligente luchador de todos los días. Finalmente sus “Notas para un ensayo de reorganización de la Acción Católica” dan a conocer su decidido y noble empeño de apóstol de Cristo. Fue meses antes de su muerte cuando el Siervo de Dios Jesús Requejo fue elegido Diputado en las Cortes españolas por el partido de la Comunión Tradicionalista durante la Segunda República. Su trabajo en las Cortes nos hace descubrir en sus intervenciones a un valiente defensor de la Iglesia y de los derechos del hombre, únicos motivos que le impulsaron a presentarse como candidato en aquellas últimas elecciones.

Con fecha del 24 de octubre de 2001 se nos remite la información que sobre el Diputado Jesús Requejo San Román consta en el Fichero Histórico de Diputados (1810 – 1977). El Archivo del Congreso de los Diputados no tiene expedientes personales de los diputados pero si conserva la documentación generada por la institución en el desarrollo de su actividad. Y esto es lo que examinamos. Tras solicitar una excedencia como registrador de la propiedad, Don Jesús fue elegido por la circunscripción de Toledo para el trienio de 1936 a 1939. Las elecciones se celebraron el 16 de febrero de 1936. La Postulación conserva las intervenciones del Siervo de Dios, y es en ellas donde claramente se comprueba la verdadera dimensión humana y espiritual de Don Jesús. Fue elegido para las comisiones de Instrucción Pública, de Justicia y de presupuestos. Pero, sin duda, la intervención más clara para nuestra Causa fue la intervención del 8 de julio de 1936, a diez días del comienzo de la guerra. Tras pedir la venia al Señor Presidente Don Diego Martínez Barrio (Diario de las Sesiones de Cortes, nº 58 página 1.978) comienza el Señor Requejo su intervención:

“… Se limita este ruego que voy a formular al ejercicio del culto católico. No traigo yo esta noche, Sres. Diputados, aires de fronda ni vengo, aquí a acusar a nadie, pues un corazón cristiano no debe latir sino a impulsos del perdón, y del perdón para el enemigo precisamente, que es el amor en su tensión máxima. … lo que yo traigo es un problema de libertad en su función más excelsa, en su expresión más elevada: la libertad en sus relaciones con la Divinidad, la misma libertad en el ejercicio más sagrado de los derechos: el del culto debido a nuestro Dios y Creador”. Luego, citando una batería de ejemplos terminó mostrando una fotografía de una pared exterior de la iglesia de Santo Tomé en la ciudad de Toledo y del Cristo que desde hace más de dos siglos cuelga en la calle… “en sus sagrados pies – dice – cuelgan carteles del Frente Popular. …No quiero torturar más vuestra atención, pero sí quiero preguntar: ¿adónde vamos a parar? ¿Puede esto continuar ni un día más? ¿Es posible que haya quién no se dé cuenta de que con esos atentados, con esos atropellos y, sobre todo, con esas profanaciones y sacrilegios se está acelerando el proceso de disolución de la sociedad española?... …¿Es mucho – terminará diciendo Don Jesús- que yo acuda a pedir que se respete a los españoles el ejercicio de sus derechos y también deberes de conciencia? A finales del mes de julio Don Jesús fue encarcelado junto a su hijo Antonio; su condición de diputado que le debía proporcionar inmunidad parlamentaria no le sirvió de nada. Sus enfrentamientos por defender a la Iglesia con Dolores Ibárruri, la famosa Pasionaria, le señalaban como víctima escogida. Según relata Doña María de la Osa fueron llevados al antiguo convento de los franciscanos, conocido en el pueblo como San Francisco. La testigo, su madre y la esposa de Don Jesús Requejo acudían a la cárcel para atender a los presos, llevándoles el desayuno y la comida.

Finalmente el día del fatal desenlace el carcelero le dijo a la esposa de Don Jesús que preparase para esa noche unos papeles muy importantes (dinero) porque esa noche les iban a soltar. La realidad fue que el 17 de agosto padre e hijo, junto a otros vecinos de Madridejos (Toledo), fueron fusilados en El Congosto, junto al río Algodor, en el término de Los Yébenes (Toledo). Todos los testigos aseguran que el Siervo de Dios Jesús Requejo San Román murió gritando ¡Viva Cristo Rey! Terminamos tomando las palabras de un artículo de Don Antonio de la Osa: “lo dicho aquí es muy suficiente para honrar la vida de Don Jesús. No obstante no se puede silenciar, porque constituyen los detalles más interesantes de su vida privada, la serenidad de su espíritu, su don de consejo, su caridad siempre abierta y siempre oculta, la amabilidad de su carácter, el dulce amor que profesaba a su esposa e hijo, que hacían de su hogar un remanso de felicidad, su constante presencia de Dios que informaba todos sus actos, su austeridad, su orden de vida y su gran capacidad de trabajo”.