Sierra, P. José Antonio

  

P. JOSÉ ANTONIO SIERRA

Comunidad de La Puebla de Montalbán (Toledo)

El P. José Antonio Sierra Gallego nació el 18 de septiembre de 1871 en Quintanar de la Orden (Toledo). Sus padres fueron Juan y Josefa. Al quedar huérfano siendo aún niño, fue recogido por unos tíos suyos. Tomó el hábito franciscano el 2 de octubre de 1886 e hizo su profesión temporal el 2 de octubre de 1887 en el convento de Pastrana (Guadalajara). Allí mismo cursó dos años de filosofía, y el tercero en La Puebla de Montalbán (Toledo), en donde hizo la profesión solemne el 9 de octubre de 1890. Cursó en Consuegra (Toledo) el primer año de teología y los tres restantes en Belmonte (Cuenca). Salió para Filipinas en 1894 y estudió en Manila el curso de moral. Fue ordenado sacerdote en Manila el 30 de marzo de 1895.

Permaneció en Filipinas tres años, dos como profesor en el colegio de Guinobatan y uno como coadjutor del párroco de Sipocot. En 1898 regresó a España. Ejerció como profesor en el convento de Belmonte. De 1901 a 1915 residió en el de Almansa (Albacete). Allí ejerció el ministerio sacerdotal, fue profesor de segunda enseñanza y colaboró con artículos de tema religioso, moral o social en la publicación popular Lectura para todos, que los franciscanos editaban. En 1915 fue elegido Secretario de la Provincia franciscana de Castilla y pasó a residir a Madrid. En 1917, definidor provincial con residencia en Guadalajara. El Capítulo provincial de 1920 le nombró superior del convento de Almansa. Desde 1923 a 1932 residió en el de Madrid, siendo de nuevo definidor provincial los tres últimos años. De 1932 a 1935 fue Guardián del convento de Ávila. Desde 1935 hasta su muerte fue Guardián-Rector del convento-seminario de La Puebla de Montalbán (Toledo).

Los que le conocieron le califican de religioso sencillo, afable, piadoso, muy trabajador, con gran celo para el confesonario y la predicación. Desempeñó el oficio de superior con solicitud y caridad para con los religiosos, ofreciéndoles también su buen ejemplo. Padeció martirio en Rielves (Toledo) el 29 de julio de 1936 con dos religiosos de su comunidad: P. Agustín Arévalo y Fr. Isidoro Cañizares.

El 24 de julio de 1936 los franciscanos de La Puebla de Montalbán fueron expulsados de su convento. Personal del Ayuntamiento y dirigentes de la Casa del Pueblo, acompañados de dos grupos de gente de la localidad, se presentaron en el convento, reclamaron las llaves y les intimaron la orden de abandonarlo. Acompañados por la gente, los religiosos se dirigieron a casa de algunas familias, que los acogieron. En ellas se preparaban al martirio con largos ratos de oración.

El 29 de julio, el P. Sierra, el P. Agustín y Fr. Isidoro salieron en coche de línea para Madrid. Al llegar al pueblo inmediato, Escalonilla, los milicianos del control, avisados de antemano, los hicieron bajar del coche, los llevaron al Ayuntamiento y allí los maltrataron. Luego los trasladaron a la cárcel municipal y continuaron la tortura. Les quitaron las medallas y rosarios que llevaban y les instaban a que blasfemasen. Para más forzarle a ello, al P. Sierra le metían en el pozo de la cárcel con la cabeza para abajo, desnudo y atado por los pies. El decía únicamente: “¡Misericordia, Señor, misericordia!”. Una persona les llevó de comer, pero los milicianos no permitieron que les entregase la comida. Por la tarde llegaron otros milicianos de Toledo, que también maltrataron a los franciscanos. Se los llevaron en un camión alegando que iban a declarar ante el Gobernador de Toledo. En el camino, pasado el pueblo de Rielves, a poco más de un kilómetro de la población, los bajaron del camión y los fusilaron junto a la misma carretera, dejando los cuerpos insepultos. Varios días después fueron enterrados en aquel mismo lugar y allí permanecieron hasta que en 1940 fueron trasladados al cementerio conventual de La Puebla de Montalbán.